El juego espontáneo en el desarrollo de un niño (“Imagine Elephants”)
“Es el trabajo exigido a la fuerza
lo que cansa, pero si uno puede asimilar el trabajo espiritualmente, es
decir, el trabajo que de alguna manera satisface el espíritu, entonces
se convierte en un juego y uno se siente fuerte, feliz y más descansado” (María Montessori).
Ésta es la cita con la que finaliza un estupendo reportaje lineal “Imagine Elephants: Una experiencia sobre el juego y la infancia”
donde se aborda la importancia del juego espontáneo a través de las
reflexiones de expertos reconocidos en distintos campos como Francesco
Tonucci, Carlos González, André Stern, Jordi Mateu, Mar Romera, entre
otros. Este Proyecto se dio a conocer en mayo de 2015 con motivo del Día
Internacional del Juego.
Hace días un compañero me hablaba de él y
después de verlo, sé que ha merecido la pena porque las reflexiones que
aparecen además de ser muy interesante son totalmente ciertas y
necesarias para replantearnos qué papel estamos concediendo los adultos
(padres, educadores, ..) al juego espontáneo en la actualidad.
A medida que profundizaba en este
reportaje iban llegando a mi mente los recuerdos de mi infancia. Una
infancia en un pueblo en el que dedicábamos muchas horas a jugar
libremente en la calle, a correr, saltar a la comba, al pilla pilla, con
las muñecas a ser mamás y papás, con las chapas y a otros muchos juegos
. Eran unos juegos muy intensos en los que creíamos ser piratas,
princesas, aventureros y aventureras ... por un tiempo. Seguro que cada
uno de nosotros guardamos en nuestra memoria esos recuerdos y
experiencias que nos han ayudado a crecer sanos y felices. Era un tiempo
en el que existía un juego libre de verdad, un juego alejado del
control o supervisión del adulto, un juego que desarrollaba nuestra
imaginación y creatividad en una época en la que no existían pantallas
(si televisión pero la veíamos durante muy poquito tiempo porque era más
divertido jugar en la calle con amigos y amigas que estar encerrados)
ni juguetes tan sofisticados como los que hay en la actualidad. Una
época en la que había tiempo para todo.
La realidad de los niños y niñas de hoy
es bien diferente. Y su día a día transcurre en una jornada estresante
sometida a una serie de rutinas y obligaciones controladas en todo
momento por un adulto. Muchos niños cuando se levantan van ya muy
temprano a madrugadores, después empiezan una larga jornada oficial de
estudio, comedor y actividades dirigidas para ocupar ese tiempo de
comedor. Y por si esto fuera poco, cuando finalizan el tiempo escolar
aún tienen que acudir a actividades extraescolares de música, deporte,
idiomas, etc. para llegar a casa donde les esperan las tareas escolares.
Y en todo este tiempo ¿han podido jugar? Seguro que muy poco. Pero en
la sociedad del momento, la vida competitiva empieza demasiado pronto y
para prepararlos, padres y educadores pensamos que ésta es la mejor
forma de hacerlo. Posiblemente nos estemos equivocando porque la mirada
del adulto sobre la importancia del juego espontáneo es muy pobre.
Me gustaría profundizar en una serie de reflexiones muy interesantes que aparecen a lo largo del reportaje “Imagine Elephants: Una experiencia sobre el juego y la infancia”.
La Convención de Derechos del Niño en su artículo 28 exige Derecho a la
Instrucción y en el artículo 31, se prevé que los “niños tienen derecho
a jugar”. Por tanto, como afirma Francesco Tonucci, no olvidemos nunca
que los niños tienen derecho a la educación y al juego.
La infancia ha perdido su propia dignidad.
Hemos obligado a que la pierdan. Pero ¿por qué ha ocurrido esto? El
juego ha cambiado totalmente, el tipo de vida, la falta de espacios y
tiempos y de jugadores para el juego. También la realidad de las
familias, la conciliación de la vida familiar y laboral, su falta de
tiempo (en ocasiones, puede ser también una excusa porque es más cómodo
que sean otros quienes eduquen). Todo ello conduce a que la mayor parte
del día a día de un niño esté bajo el control de un adulto en distintas
actividades. Pero no debemos olvidar que para que un juego sea juego
debe arrancar desde dentro y en él, el niño debe ser el protagonista.
Solemos confundir juego con diversión pero esta última ocurre de fuera
hacia dentro y en ella el niño se limita a ser espectador pero no
protagonista. En un verdadero juego, existe una conexión emocional
porque viene desde muy dentro, un auténtico placer y por tanto aunque el
esfuerzo sea grande, no se abandonará nunca. Sin embargo cuando ese
juego viene impuesto desde fuera, es mucho más fácil que se abandone.
Cuando el proyecto invita a jugar de esta manera, el niño aprenderá
porque el juego responde a sus necesidades reales.
¿Cuánto aprende un niño jugando?
Carlos González, pediatra, responde que nadie lo sabe ni incluso el
propio niño. Pero los que sí sabemos es que los aprendizajes más
importantes se producen en edades tempranas. “En el momento en el que
hemos sabido la importancia del juego es cuando hemos destrozado el
juego. Hemos puesto normas, expertos, monitores, entrenadores, tiempos y
obligaciones”. Sin embargo hace años, cuando no se conocía su
importancia, se dejaba que los niños jugaran libremente.
Las actividades extraescolares no son
juego sino que se han convertido en otras escuelas donde se dirige ese
juego. “Hoy para un niño es muy fácil estudiar fútbol pero no jugar a la
pelota” (Tonucci). Esta reflexión me parece muy interesante y cierta.
¿Qué papel tiene el juego en la
educación formal? Sabemos que es en la primera etapa de infantil cuando
el juego tiene o debiera tener un papel relevante pero a medida que
avanzan las etapas educativas desparece (primaria y secundaria). Las
políticas educativas deben ser conscientes de que los niños aprenden
valores y normas a través del juego y también aprenden de sus errores en
el juego. Pero cuando el juego se regula demasiado, entonces deja de
ser juego. Es muy importante dejar al niño tiempo para jugar dónde y
cómo quiera.
¿Responden los juguetes actuales a las necesidades de los niños?
En este documental se defiende que más que a los intereses de los
niños, los juguetes responden a una necesidad del mercado. Pero cuando
un juguete se convierte en una mercancía, en una necesidad de poseerlo
porque si no un niño no puede ser feliz, se confunde por completo el
papel del juguete. Los juguetes son buenos cuando potencian el juego y
se adaptan a las capacidades que tiene que desarrollar el niño en cada
momento. De esta forma se convierten en un instrumento privilegiado para
el desarrollo de la imaginación y la creatividad. Los juguetes
educativos o educativos no son juguetes porque dejan de tener en cuenta
las preferencias de los jugadores.
Tecnología y juguetes.
La tecnología ha cortado la edad del juego tradicional porque los niños
sustituyen cada vez más pronto este último por tabletas, ordenadores,
videoconsolas, teléfonos inteligentes, televisión, etc. Entramos así en
un círculo demasiado peligroso para niños y jóvenes. La Academia
Americana de Pediatría recomienda que los niños no estén expuestos a
pantallas hasta los tres años porque puede interferir en el desarrollo
de su capacidad visual. Además otro aspecto a tener en cuenta es que
este tipo de juegos generan tensión porque todo viene construido desde
fuera y roban la atención por el juego porque el poder de la imagen y lo
auditivo genera además dependencia. Otra forma de abordar todos los
juegos relacionados con pantallas, sería estar a su lado para hacerle
reflexionar sobre ¿Por qué hace esto este personaje?, ¿Por qué ha
respondido de esta forma determinado personaje? O ¿qué crees que se
puede hacer ahora y por qué?. Sólo así estamos ofreciendo a niños y
jóvenes la posibilidad de desarrollar la capacidad crítica para analizar
toda la información recibida a través de las pantallas además de
potenciar la capacidad de responder a distintas situaciones planteadas.
Es entonces, cuando los videojuegos se convertirán así en un instrumento
educativo que permita reflexionar y en una herramienta para que niños y
jóvenes se conviertan en personas autónomas.
Considero que es importante tener bien presentes todas estas reflexiones.
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